domingo, 11 de julio de 2010

Mi casa

Hay momentos, hay tiempos que te construyen, te inundan, simplemente te llenan. Hay espacios y lugares a los que perteneces, nunca podrás ni querrás olvidarte de ellos. Es más: No deberás olvidarte de ellos, y esto, es un mandamiento. Hay personas que te fundamentan, te influyen, te destruyen y te vacían, te llenan de nuevo y te traicionan y te vuelven a llenar y los amas como si nunca te hubieran lastimado. Esos lugares, esos momentos, esas traiciones y esos vacíos son mis amigos y mi amado futbol, que son, a la vez, la carencia misma y quienes suplen esa necesidad.

Debo también decir que esos amigos, esos lugares y ese futbol, no siempre se encuentran, no siempre se conjugan y la mayor parte de las veces son entidades que, no sólo no se pueden ver, sino que se declaran aguerridas enemigas entre ellas.

Pero en la vida, como con los amigos, en los lugares y en el futbol, los milagros suceden. Eso ha sido este mundial para mí, el milagro que reunió partes fundamentales de mi vida que me construyen y me permiten seguir caminando pensando que este mundo sigue siendo un lugar en el que vale la pena habitar.

La verdad, es que estos tres lugares, estas tres esencias de mi vida son imposibles de separar. Imposibles de arrancar por que sólo el quitarme una de ellas, me dejaría vacío, hueco y lo peor; triste. Cómo mundo sin mundial.

Para mi un mundial, el final de cada mundial es como un año viejo, se lleva cosas, se lleva personas y deja recuerdos, deja nuevas personas y nuevos nombres y jugadas que habrá que olvidar, ya lo he dicho, lo mío no es ni recordar nombres ni fechas. Éste, en particular me ha enriquecido, me ha dejado muchos recuerdos y me ha hecho entender que lo realmente importante del futbol transcurre, para mi, fuera de las canchas, en casa, en la calle, con mis amigos, a quienes amo y admiro.

Con ellos, fue una noche antes del mundial, ahogados en alcohol, que vaticiné el triunfo del ahora campeón, ante una revelación que Valeria tuvo a bien grabar, ante un José al que por primera vez ví interesado en algo que yo, desde que tengo uso de memoria y patas, he amado. Con los amigos, fue que durante este mundial discutí estrategías, tácticas, posiciones, jugadas y disfruté goles. Gracias al mundial conocí gente que tiene palabra y cumple sus apuestas. Conocí a un hombre deportado que pedía no dinero, simplemente pedía la manera de llegar a un destino que ni el mismo sabía. Gracias al mundial entendí que un dólar de la suerte no puede serlo si no sirve, la suerte no se guarda en una billetera. Gracias al mundial entendí que no importan los resultados, no importa quién gane o pierda, siempre, siempre y cuando estemos en buena compañía.

Esto es tal vez lo más personal que sabrás de mí, tal vez nunca más vuelva a escribir ni una sola línea de futbol. Esto es, en realidad, una declaración de admiración y respeto a mis amigos. Puedo decir que no tengo un solo amigo al que no ame y respete. Hoy ganaron once el mundial. Yo gané tanto, que no cabe en este blog. Son mis amigos, los lugares que compartimos y el futbol a donde pertenzco. Son pues, mi casa, tu casa.

Ya llegaron. Me retiro.