lunes, 6 de septiembre de 2010

Cómo amar a dos

Imposible separar este juego de mi vida, de mi infancia. De niño, jugué a ser Bahía, jugué a ser Siboldi, a ser "El Turbo Muñoz" y también a Gasparini. Pero, sobre todo y ante todo tipo de resultados, aprendí a amar a dos bandos enemigos: como hijo de padres divorciados, sin importar el resultado, los regalos siempre me los llevé yo. Regalos que, en forma de gol, hacen imposible separar este juego de mi vida, de mi infancia. Nos vemos el sábado, padres de mis amores.